LA FERIA DE SEVILLA
Estuve en la feria con mi marido y dos amigas. Paseamos pero ¡claro! llega la hora de que queremos sentarnos para tomar algo y descansar y es totalmente imposible. Las casetas de entrada libre están totalmente llenas sin espacio alguno. Es una odisea, pero también tuvo su puntito de humor. Una señora de las que venía con nosotros es mayor y ¡claro! andaba más despacio y la otra amiga la traía cogida de la mano. Yo me reía y le decía: -Carmen, ¿llevas la niña al colegio? Y nos reímos, pero risa sana. Salimos de la feria y nos sentamos en un bar y dimos un suspiro. Dijimos: ¡por fin vamos a descansar! Por lo menos, podemos decir que hemos visto la feria, ya que vienen tantos visitantes de todos los continentes y nosotros tenemos la suerte de tenerla en la puerta de casa.
No está bien que vengan tantas gentes de fuera, que llenan los hoteles y estén dando vueltas. No sé cómo les gusta venir. No digo que no haya casetas privadas, pero por lo menos que haya muchas más de entrada libre.
Autora: Teresa García.
viernes, 30 de abril de 2010
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